Historia de Morella
La Villa Real son muchas historias. Siente el paso de Reyes, artesanos, guerreros, caballeros nobles y mujeres valientes.
El enclave geográfico de Morella ha sido clave en el transcurso de los siglos y los hechos históricos. Ciudad de paso, cruce de caminos, entre el Valle del Ebro y el Mediterráneo, enlazando Cataluña, Aragón y Valencia, Morella ha sido testigo de importantes episodios para todas las civilizaciones que aquí han habitado. Desde la Prehistoria, tiempos del Neolítico, de la Edad del Bronce, íberos, romanos, musulmanes, judíos, cristianos… todos vieron en este lugar una fortaleza inexpugnable. La forma caprichosa de la ciudad, su castillo y murallas han sido escenario del paso de figuras como Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador, que libró dos batallas en este comarca al servicio del rey musulmán de Zaragoza en el siglo XI.
La conquista cristina y la época medieval convierten a Morella en ciudad de privilegios. Morella fue conquistada por los cristianos en octubre de 1231, aunque es el 7 de enero de 1232 cuando el rey Jaime I entró triunfante en la ciudad tras duras negociaciones con el noble aragonés Blasco de Alagón, quien tenía la promesa del rey de quedarse con todo lo conquistado. Pero el rey quería la ciudad amurallada y dijo a su Caballero que «Morella no es lugar para ningún hombre de mundo, sino para un rey, porque valía tanto como un condado con sus posesiones«. El esplendor medieval de este municipio queda marcado por ser eje de la Corona de Aragón, y porque Morella siempre sería del Rey. En 1270 pasó a pertenecer al Reino de Valencia y en las Cortes Valencianas ocupa siempre el lugar protocolario de ser Primera Villa del Reino, solo por detrás de Valencia y Xátiva.
El Cisma de Occidente. Otro momento histórico que vivió la ciudad como escenario fue el Compromiso de Caspe y el cisma de Occidente. En 1410 Martín el Humano murió sin descendencia, decidiendo que su sucesor lo eligieran nueve compromisarios, uno de ellos era el morellano Domingo Ram que en 1412, cuando decidieron que Fernando de Antequera fuera el sucesor, era obispo de Huesca. En 1414 se reunieron en Morella el papa Luna (Benedicto XIII), el rey Fernando I y fray Vicente Ferrer con el objetivo de acabar con el Cisma de Occidente, tiempo en el que había tres Papas diferentes. Las negociaciones duraron cincuenta días sin solución, El rey y Vicente Ferrer abandonaron la obediencia del papa Luna que se quedó aislado en Peñíscola hasta su muerte.
La guerra de Sucesión.
La guerra de Sucesión también tuvo en Morella su crónica. Durante este conflicto, las autoridades locales permanecieron en el bando Borbón, excepto dos ocupaciones austriacistas que se saldaron con la destrucción del barrio de San Miguel. Tras las bombas felipistas, Morella se quedó con tan solo 1.800 habitantes pero, para el asombro de todos, aquella población debilitada reconstruyó la ciudad. El decreto de Nueva Planta derogó la existencia del Reino de Valencia y Morella pasó a cumplir las leyes de Castilla.
Las guerras carlistas y el Tigre del Maestrazgo. La primera guerra carlista es uno de los episodios más decisivos de la historia de Morella. El gobernador de la ciudad y el barón de Herbers proclamaron rey a Carlos V de Borbón en 1833. El pronunciamiento no duró mucho y durante dos años la zona resistió como un pequeño estado independiente dirigido por el general Ramón Cabrera. Las guerras libradas aquí y en Cataluña predecían más conflictos bélicos en el nuevo estado liberal. Re-ordenaron la organización militar de la zona creando la Comandancia General del Maestrazgo (1849-1871) llegando a Cataluña, Aragón y Valencia y con capital en Morella, igual que se hiciera más tarde al mantener esta capitalidad sobre la provincia de Castellón y el sur de Tarragona (1871-1879). Pero una vez concluida la tercera guerra carlista, la provincia militar volvió a ajustarse a sus límites civiles. Ramón Cabrera, El Tigre del Maestrazgo, llegó a merecer el título de Conde de Morella. Después de los conflictos, y después de contraer matrimonio con una noble inglesa, se exilió a Londres, arrepintiéndose, incluso, de tanta sangrante batalla. En la capital británica hay una calle dedicada a Morella, la misma dónde vivió el general Cabrera.